╱ ‍ ‍ ‍ ‍ ‍ Nɪ́ᴀ。 @__ancientwitch

— No es por ti, Aza. Una vez la tonalidad del semáforo se tornó esmeralda, prosiguió con su avance hacia las montañas, en las que se hallaba su destino.

— ¿Y si por ese polvo, todo lo que tenemos acaba en la mierda? — Cuestionó al detenerse frente a un semáforo. La intensa tonalidad carmesí del farol alumbraba el cansado rostro de la hechicera y además, acentuaba la tonalidad de su melena.

— Envidiarme sería descabellado. Quiso recostar el torso sobre algún tipo de superficie sólida que tuviera detrás, pero casi cae de espaldas sobre la hierba al no tenerla. — Ksenya, pero... Puedes llamarme Nía.

— Tampoco voy a decirte lo contrario, sería mentir. Arrancó, para así ponerse en marcha hacia la agencia en la que ambos residían. No iría con prisa, eso sí.

— Sí, digamos que últimamente estoy teniendo bastantes problemas para conciliar el sueño. Pero no diría el por qué, al menos de momento, no conocía al dragón allí situado. Tal vez le acabase pillando confianza.

— Lo tuyo no serían pesadillas, serían sueños eróticos y de ser así estaría bien. Metió las llaves en el contacto después de haberse acomodado en el asiento del piloto. Posó la frente sobre el volante. Resopló.

— Las alabanzas y los cultos se quedaron para aquellos que desean profesarlos, por mi parte... Eso no pasará... Ampliamente la fémina bostezó después de haber hablado, instante en el que además sendos brazos estiró. — Tengo sueño, estoy cansada.

— Sí, de verdad, es que estoy pasando malas noches con el tema de las pesadillas y los espíritus que se manifiestan clamando ayuda. Llegaron al vehículo, un Hummer, al que subiría después de haberle quitado el seguro a las puertas.

— Pocas cosas me logran sorprender a estas alturas de mi vida. Avanzó hacia un tocón situado cerca de ambos, en el que se sentó al son de un resoplido.

Agradeció de sobremanera aquel contacto físico mantenido por el demonio, incluso, se acurrucó ligeramente contra él. — He pasado mala noche, sólo eso.

Con lentitud la somnolienta hechicera negó, mientras se frotaba la nuca usando una de sus manos. — No, no nos conocemos.

— Pues entonces vamos a casa, las pediré desde allí. Ella no estaba de buen humor precisamente, así que sus palabras no destacaban por ser animadas. Sin dilación comenzó a caminar hacia el coche que solía conducir.

Cruzó sendos brazos bajo su propio busto al son de un resoplido. — Pensaba llevar un par de pizzas a la agencia para los dos, y cenar en tu cama viendo una peli.

Devolvió el saludo al dragón al son de un bostezo que bajo la palma diestra escondió.

— Me pillas yendo a cenar.

— Buenas noches.

—... — Iba a decir algo, pero se limitó a oprimir los labios. Nía desvió la mirada del semblante ajeno para así poder observar como le envolvía el torso con las vendas. — Si tú lo dices.

— No eres horrible.— Pronunció frunciendo el ceño. — Y tampoco te ves como un monstruo. Ahora la que podía enfadarse era ella, pues detestaba que se infravalorase de aquella manera. — Recuerdo que estaba al lado de la tuya.

— No me gustaría que te enfadases tanto conmigo, ¿sabes? Ladeó el torso, de ese modo le sería más sencillo al demonio sanar aquella herida. — ¿Mi habitación sigue estando libre?

— En el baño, al fondo a la izquierda. Se había acomodado de mala manera en el sofá, más que nada porque en aquella postura, parecía que le dolía menos que cuando adoptaba alguna correcta. — Siento ocultarte ésta clase de cosas, Aza.