Hoy quiero contaros algo en lo que llevo pensando algunas semanas y qué te hace recordar el valor de “El barrio". 🧵 aka "turra" Algunos sabéis que en enero perdí a mi perra Ava a los 11 años. Decir que era “como” familia me parece casi ofensivo. Era familia. Era mi canhija.
Y por temporadas era el motivo para levantarme de la cama, porque Ava tenía que salir, sin importar mi estado de ánimo. Ha sido mi apoyo, mi consuelo y mi paz. Pero su salud era terrible. No sé cuantas intervenciones tuvo la pobre, solo en 2023 tuvo tres por tumores mamarios.
Y ya la última no la pudo superar. Empezó perdiendo la movilidad de las patas de atrás, pero cuando yo supe que había emprendido un camino sin retorno fue cuando decidió dejar de comer. Ella, que era una aspiradora, daba igual lo que le dieras: pollo, jamón...
Ya no quería comer, y yo supe que era su modo de decirme que estaba cansada. Que ya no podía más. Y tras probarlo todo, pero todo... supimos que había llegado el momento... Nunca podré agradecer bastante a su veterinario que viniera a casa para dormirla.
Y cómo suele suceder en estos casos yo quería descansar una temporada. Hacer un duelo tranquilo y en el futuro ya veríamos. Pero hubo un elemento con el que no contaba. Durante los últimos nueve años mi marido (que no era perruno) también se enamoró de ella, como era de esperar
Y yo, que sé que la quería tanto como yo, pensé que él tampoco querría otro perro tan pronto. Pero no fue así. Y tras ofrecer un poco de resistencia e intentar convencerle de lo contrario... llegó ella, Amy aka "la niña del exorcista"
Sé que en las imágenes de antes no lo parece, pero es una muñeca diábólica 😈
Y el círculo de la vida volvió a girar y aunque Ava es insustituible, Amy es una digna sucesora... Y empezaron los paseos y la sociabilización...
Y aquí es donde quería llegar porque ha sido saliendo ahora con Amy, que me he dado cuenta de cómo todo el mundo conocía a Ava. No soy la típica madre perruna que se va a la playa para que todos los perros jueguen. Salgo con mis podcast al oído y a caminar...
Y aún hoy, casi tres meses más tardes, me siguen parando por el barrio para preguntarme por Ava y para conocer a Amy. No os imagináis la cantidad de personas a las que no había visto en mi vida, me han preguntado por Ava. Y así es como es un barrio como el mío. #ElPalo
Puede que no charlemos por cada esquina, y que parezca que no estamos pendientes, pero no es así. Nos preocupamos por los demás, y mi barrio me ha emocionado por cómo conocían a Ava, y por cómo están recibiendo a Amy, que por otro lado es la perra más sociable del mundo.